Oporto es una ciudad con carácter propio; comparable en muchas cosas a Lisboa y, sin embargo, completamente distinta. Su perfil urbano es más macizo, más denso y oscuro, y lleno de contrastes: hallándose en muchos aspectos bajo la influencia de Inglaterra, su viejo socio comercial, y de un clima más lluvioso y nublado, Oporto es una ciudad rigurosamente nórdica y, al mismo tiempo, caóticamente meridional, sobre todo después de un día de lluvia, cuando el sol lo impregna todo de un colorido irreal. En toda la ciudad destaca la tornasolada antracita del granito, que a su vez subraya el intenso verdor del paisaje, el rojo ladrillo de los tejados, el azul del cielo y otras numerosas y diminutas manchas de color. El sol crepuscular añade un tono dorado y cautivador que se refleja en los pequeños cristales de las ventanas. Es entonces cuando el granito resplandece como oro negro.
Lo peculiar de Oporto es su caprichosa situación topográfica, que ha obligado a adoptar una serie de curiosas soluciones arquitectónicas como son las escaleras, las rampas y las galerías. En Oporto no hay monumentos artísticos espectaculares por los que uno tenga que visitar forzosamente la ciudad. Lo digno de verse no son, pues, sus bellezas particulares, sino Oporto como conjunto.
La consideración de la ciudad o de un barrio como unidad fue el principal punto de partida de los bocetos de rehabilitación elaborados por los arquitectors FERNADO TÁVORA, SOUTO DE MOURA Y ALVARO SIZA para los viejos barrios de Oporto. De donde se obtenía toda la sustancia constructiva no era del valor histórico-arquitectónico de un solo edificio, a ser posible monumental, sino de las características de todo el barrio, especialmente de las zonas residenciales. Lo que contaba no era el interés particular, sino el de toda la ciudad. Esta modestia, la subordinación y adaptación de cada una de las medidas, por muy destacadas que sean, a la estructura general responde por completo a la esencia de esta ciudad tan poco pretenciosa.
Oporto es empinada. A la manera de un anfiteatro, el casco antiguo está situado en la escarpada orilla derecha del río Duero. La pequeña y densa fragmentación de fachadas y tejados es subrayada por la altura constantemente variable del terreno y de los edificios. En las fachadas pueden verse pequeños balcones de madera o acero llenos de macetas y, por doquier, topa tendida a secar.
Por encima del compacto núcleo medieval, se distribuyen los monumentos artísticos que aparecen descritos en las guías de viaje. Desde el puente que atraviesa el Duero se ve muy claramente el área del crecimiento urbano y la ampliación de la ciudad hacia el noroeste, en dirección al puerto marítimo. El adusto encanto de esta ciudad gris salpicada de motas de color no es floclórico ni sugestivo y lo que no puede encontrarse en esta ciudad de sabor británico, al contrario que en Lisboa, es algo parecido a picardía. Los seis puentes que comunican las orillas del Duero son sus grandes nexos explicativos.
El crecimiento de la ciudad de Oporto -los grandes barcos modernos no podían atracar en el muelle del casco antiguo, la Ribeira- tuvo lugar a base de largos ejes rectos que discurrían hacia el noroeste, en dirección al mar o al puesto de Leixôes, y el nuevo centro urbano de Oporto está hoy en la Baixa; por encima del casco viejo.
Pese a que en realidad la estructura urbana es de fácil orientación, la planificación del tráfico ha conseguido crear un completo caos. Con dos millones en su área metropolitana, Oporto tiene los inconvenientes y problemas de una gran ciudad y, al mismo tiempo, de una ciudad pequeña. Según Siza, es la ciudad más incómoda de Europa.
A pocos kilómetros al noroeste de Oporto se halla la pequeña ciudad sardinera de Matosinhos, hoy en día convertida en un barrio periférico de Oporto donde, sobre todo, se come pescado y marisco. Aquí se encuentran las primeras obras de Siza: cuatro casas en la avenida Dom Alfonso Henrique, con las que se dio a conocer públicamente siendo todavía estudiante; la casa de sus padres, que reformó parcialmente; pequeños trabajos para la familia, como por ejemplo la cocina de la abuela; y, no muy lejos el restaurante Boa Nova y dos piscinas, una en un parque y otra junto al mar.
Siza nació en Matosinhos en 1933, quería ser escultor pero finalmente se matriculó en Arquitectura por no contrariar a su padre, pero también por el impacto que causó sobre él la obra del arquitecto catalán Antoni Gaudí...
Piscinas en Leça de Palmeira (1966)
Restaurante Da Boa Nova (1958)